Hasta la muerte
- Tania Ortiz
- 19 may 2015
- 8 Min. de lectura

- ¡Ofelia! ¡Ofelia! Gritaba una voz desesperante justo a lado de mi oído, era Hugo con sus ojos rojos casi cerrados. -¿Qué quieres? ¿Qué hora es?- le dije - Son las seis de la mañana- me dijo con voz baja,- mira esas luces, rojas y azules, hace unos segundos que escucho la sirena.
No sé porque estábamos de tras de una casa riquilla, yo tenía aliento alcohólico y si nos descubrían tendríamos que darles dinero a los policías para que nos dejaran seguir, pero tantas drogas anoche que no teníamos para los chicles de menta. - Vamos Ofelia,- me decía Hugo tan exaltado - ¡Ay! Cálmate, ahorita le llamo a Raúl para que venga,- Le dije
Esto era de cada ocho días, no saber dónde despertaba y como Raúl, mi novio, estaba tan enamorado de mí, hacia lo que yo quería. Es muy guapo pero nerd, lo que me agradaba es que siempre habla con mis padres para decirlos que me quedo en su casa. Tiene diecinueve tan sólo dos años mayor que yo y ya sentía que puede estarme regañando como mi madre, los mismos sermones que se hecha antes de que salga a la calle.
Cuando Raúl llegó, Hugo y yo tuvimos que caminar mientas nos acercábamos al auto de Raúl. Hugo espantado porque nos seguían dos patrullas, pero ninguna ley dice que no podemos dormir en la casa de los ricos. Al subirnos al auto Raúl hizo que perdiéramos a las patrullas.
De camino a nuestras casas, Hugo dormía en la parte de atrás del auto. Raúl sólo dijo: -¡Mi amor! ¿Ahora qué hiciste? Yo me quedé callada y el silencio reinó hasta llegar a su casa, se estacionó y me puso encima su sudadera y empezó su discurso: -Te traje dinero, galletas y un poco de ropa mi amor… Tú sabes que yo haré todo lo que me digas porque te amo, pero también trata de escucharme, hazme caso, lo digo por tu bien, mírate – lo dijo casi susurrando- Si no estás ebria estas cruda o drogada … -¿ y tú?¿Eres un santo? ¿No has estado así? – lo interrumpí - No me refiero a eso mi amor, necesitas ayuda , alguien que te saque un poco de tus vicios, yo siempre estaré contigo aceptando tus decisiones y tus errores, pero sino pones de tu parte mi amor tendré que … - ¿Qué Raúl? ¿Qué?- le gritaba mientras bajaba del auto - No dejar en palabras mi amor por ti - Mi amor por favor, tú nunca dejas en palabras – Trataba de remediar mi actitud. -Sino pones de tu parte tendré que contarle a alguien tus problemas de adicción. Me reí a carcajadas, saqué a Hugo del auto y lo metí a casa de Raúl, me acosté en el sillón y me hice la dormida, pensaba que sucedería si tan solo mis padres supieran de todo lo que me meto al cuerpo. Raúl no tiene a nadie y es un nerd… sin nada que hacer, no tendría por qué decirles.
Después de tres días llegar tan tarde a casa de la escuela, mi padre me preguntó el porqué, le contesté que no era detective , él obvio se enojó y me dijo que tenía que cambiar, que me había conseguido trabajo con la Señora Mondragón, la viejita de la vecina, que limpiaría su casa. Pero esa casa esta enorme; prefiero estudiar ¿trabajar? Dicen que el trabajo es tan malo que hasta pagan por hacerlo, en fin. El trabajo lo empecé el fin de semana. - Buenos días señora Mondragón - Dime Lucy- Me dijo tan amable – Ofelia alguien tan guapa como tú debe comer bien ¿verdad? Te ves… demacrada hija ¿Qué tienes? -Mire abuelita, no quiero problemas, porque con todo respeto usted saldría perdiendo, sólo dígame que hago, me paga y me voy. Después de lo que le dije, sólo sonrió y me llevo a conocer la casa, hablaba de su esposo y su gran matrimonio, yo ponía cara como si me interesara. Lo gracioso era que habían partes en su casa que decía “SHMILY” ya sean papelitos pegados en los focos, en los recipientes de azúcar o ventanas empolvadas con las letras remarcadas. De plano hubo una que me hizo preguntarle el significado de todo eso, eran pastillas pequeñas en el sueño acomodadas de tal manera que dijera “SHMILY” y abajo remarcado con pluma la fecha de hoy. - ¡Oh! ¡Gracias hija!- Lo decía mientas brincaba - Señora Mondragón ¡Hey! Son sólo pastillas - No muchachita, es mi vida entera A mí no me interesaba ni lo mas mínimo y le pregunte el porqué. Ella me llevo asentarme y comenzó a contar que desde su boda, osea hace muchísimo tiempo, ella y su esposo escriben “SHMILY” que en inglés son abreviaturas de “ See How Much I Love You”. Esconden la palabra donde puedan y como sea, alternadamente para que quien la encuentre primero tendrán que buscar el escondite perfecto de nuevo, es por eso que siempre ponen fecha, la búsqueda puede durar días que ellos siguen su rutina tan normal. - Es un juego que hace que mi matrimonio tenga es chispa de amor- Lo dijo como … no lo sé , quizá su historia se me hizo irreal, nunca había escuchado una historia tan cursi pero bonita. - ¿ Y tú? - ¿ Yo que Señora? - Dime Lucy, me refiero que ¿Tú cómo vas con el muchachito Raúl Barrera? - Yo no tengo cuentos de amor Lucy - Y él ¿Trata de hacerte mejor persona? ¿Se preocupa por lo más mínima molestia que padezcas? – Me preguntaba mientras me tomaba la mano y me veía fijamente a los ojos. Me inspiró tanta confianza que le confié un poco mis sentimientos; -Lucy, él … él sí se preocupa mucho, creo que si me hace mejor -¡Ay! Menos mal, entonces quiero mucho y también preocúpate por él.
Mis adicciones no cesaban, me iba de pinta, en ocasiones saliendo de casa de Lucy, Hugo y yo tratábamos de encontrar cualquier cosa para meternos. Al cabo de tres semanas había tenido una gran confianza con Lucy, me había hechos entender un poco de lo grande que es el amor. Pero yo me preguntaba ¿habrán personas aun con esos sentimientos? ¿porque yo no tenía una historia como la de los viejitos?
Una noche me escapé con Hugo a un billar, pero tomé demasiado y Hugo estaba peor. Pasaron las horas hasta que quedé profundamente dormida. Cuando desperté estaba en casa de Raúl, él me abrazaba y pude sentir sus lentos respiros y su corazón latiendo, lo abrasé fuerte muy fuerte y le pregunté - ¿Por qué haces tanto por mí? -Eres tan guapa y yo soy muy feo- Suspiró y continúo- Me duele verte mal, me lastima más que tengas problemas y ni le cuentes a nadie, De cierta forma me siento responsable de como estés.
Por mi cabeza toda alcoholizada, en otro mundo pasaban miles de respuestas pero millones de preguntas ¿Por qué seguía conmigo? Si tanto le pesaba ¿Por qué no sólo me dejaba? Hasta que escuché que nunca creí escuchar de él: - Me duele tanto que a veces pienso que yo mismo me lastimo, porque a ti, parece que nada te importa, ni siquiera yo, que he estado siempre. He pensado en seguir solo, lo siento Ofelia no puedo continuar contigo. Ya habíamos terminado nuestra relación antes, pero me deba exactamente lo mismo, porque sabía que él regresaría. Ya lo conocía tanto que nunca lo había visto tan serio y decidido… lo notaba. Era tanto mi orgullo, tomé mis cosas y me marché al instante sin decirle nada, Estaba tan confundida, pensé que él siempre estaría para mí, que haría todo lo que yo le dijera.
Era muy noche y no quería ir a casa, y Raúl no salía corriendo de tras de mi, asi que fue a casa de Lucy -¿Que pasa Ofelia? -Lucy solo por esta vez no le digas a mis padres, prometo arreglarlos -¡Pasa! ¡Pasa!
Al amanecer Lucy llorando inconsolable, le pregunté qué pasaba, me dijo sin dejar de llorar que su esposo no había llegado desde hace un día -Acabo de llamar la policía, lo había reportado como perdido, y ahora me llaman para reportar que encontraron su cuerpo sin vida ¿Qué voy a hacer? ¡Éramos felices! Y se lo llevan sin compasión … Ofelia, no hay vida sin amor y yo… -Lo siento mucho Lucy Como si pudiera mover montañas con mis palabras ¿No? mis sentimientos ya no eran de rosa, el dolor también me entró por todo el cuerpo.
Lucy lloró por dos horas hasta que le dije que debería comer algo. Ella se levantó y se dirigió a su dormitorio, supuse que quería recordar a su esposo. Sacó el traje gris, el favorito de él y calló un pequeño papel como visible del saco, ella con sus ojos pequeños e hinchados y sus brazos tan débiles lo levantó y el papel decía “SHMILY” con la fecha de hoy, ella llorando sonrió volteó a verme y dijo - Ofelia, él está bien ¡Él está bien!
Con ese que parecía un tonto papelito, me había hecho cambiar todo, mi visión dio un giro de trescientos sesenta grados y mi mente se abrió, realmente el amor existe, con sus momentos trágicos, pero cuando es de ambas partes, sí, todo se puede.
Abrasé fuertemente a Lucy, ya estaba más tranquila. Mis papás iban entrando, mi padre se dirigió a mí y me soltó una cachetada -Oye, ¿Qué te pasa?- Le dije enojada -Se acaba de ir Raúl de la casa, nos dijo que eres una drogadicta ¿Cuánto tiempo te has estado burlando de nosotros? Salí corriendo a más no poder y mis padres se quedaron con Lucy y yo…Tenía que salvar el amor. Llegué a casa de Raúl, estaba regando las plantes me vio y me dijo -Lo siento Ofelia, te dije que me mata verte tan mal t le tuve que decir a tus padres, a hora que ya terminamos, si viniste a… -No vine a reclamarte nada- lo interrumpí- al contrario vine a pedirte que estés conmigo, que regresemos, pero no vuelvas a dejarme - ¿Ofelia eres tú? - lo dijo tan sarcástico- Has dicho muchas veces eso, dime ¿Esta vez que lo hace diferente? -Que yo vine a buscarte, me he dado cuenta que tú siempre has estado conmigo, aceptándome tantos malos tratos, no hay nadie comparado a ti - ¡Amor! No creí que llegaras a decir eso, pero no confío que mañana seguirás pensando igual -Tú tratas de hacerme mejor persona y no te lo he agradecido. - Sólo quería que lo agradecieras queriéndome – lo dijo mientras se acercaba a mí y lentamente me tomó de la cintura y me acercó a él con su otra mano acariciaba mi mejilla, se acercó a mis labios y susurró: - Yo haré todo lo que tú me digas Mi corazón latía a mil por hora, ahora sí era la primera vez que de verdad me percataba el extraño movimiento en mi estómago, el sudor en mis manos y ver sus pupilas tan dilatadas. Había tenido el amor que siempre quise a mi lado, pero mis errores y mis malos actos me hacían cerrar cualquiera tipo de sentimiento. Gracias a Lucy me di cuenta que no se necesita un galán de películas o una historia perfecta, sino un amor que sea de dos persones que sientan lo mismo, de ambas partes, sólo abrir los ojos y ver quien lucha por ti. Así que le respondí tan nerviosa algo que nunca creí decir, para mí eran palabras mayores, que en las novelas y los viejitos sin problemas maritales decían, pero solo es como se sentir y decir: - Y yo siempre te voy a amar
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